lunes, 2 de septiembre de 2013

Los lobos aúllan para demostrar su cariño.
Por José de Toledo | Apuntes de Naturaleza – jue, 29 ago 2013



En un centro de recuperación de fauna salvaje de Austria hay dos manadas de lobos, nueve individuos en total. Como el espacio no es suficiente para que puedan moverse como lo harían en libertad, los trabajadores del centro los sacan a pasear todos los días, y para evitar problemas lo hacen de uno en uno. Y cada vez que sacan a uno de los lobos, el resto de su manada aúlla.
Este comportamiento, el hecho de que los lobos reaccionen a la falta de uno de los miembros de su manada no es nada extraño. En la naturaleza, cuando un animal falta – bien sea porque ha muerto, o se haya alejado, o incluso cambiado de manada – el resto de su grupo social reacciona aullando.
El hecho curioso que detectaron los responsables del centro austríaco es que el “canto” - el tono, la intensidad y duración del aullido – no era igual para todos los animales. Cuando se sacaba a algunos el resto aullaban más fuerte y durante más tiempo que cuando paseaban a otros.
Pero, ¿dónde estaba la diferencia? Debía haber algo, algún motivo que hiciese que la reacción del resto de animales fuese distinto. Así que decidieron estudiar la reacción exacta de cada uno de los lobos que quedaban en el centro cuando se sacaba a otro miembro de su manada.
La explicación que se había dado hasta el momento sobre los aullidos de los lobos lo relacionaba con el estrés. Perder a un miembro de tu grupo social genera ansiedad. Esto además cuadraba muy bien con lo que habían encontrado los investigadores: si se trataba de estrés, provocaría más ansiedad perder al jefe de la manada que a miembros menos relevantes de la jerarquía social.
El único problema es que los resultados no mostraban esto. Hay una hormona, el cortisol, que se relaciona con la ansiedad. Sin embargo, los niveles de cortisol no se veían afectados por los paseos de los compañeros de manada. Así que la explicación tenía que estar en otro lugar.
Y así era. Siguieron apuntando las reacciones de cada uno de los que se quedaban mientras un individuo paseaba, y detectaron que cuanto mejor era la relación entre dos lobos, más aullaba el que se quedaba “en casa”. Especialmente si se trataba de la pareja favorita de alguno de los machos dominantes, y la hembra del macho alfa.
La conclusión que queda de este estudio resulta muy simple, a la vista de los resultados. Se pensaba que los lobos – como otros muchos animales – respondían únicamente al estrés. La cosa es mucho más compleja: definen su relación con otros miembros de su manada gracias a su aullido, e incluso se puede considerar que “vocalizan” su cariño. Esto supone un cambio en la forma de entender las relaciones y las estructuras sociales no sólo en lobos, sino también en otros muchos mamíferos.
Con los resultados del estudio, se publicó un artículo en Current Biology.

Por qué los lobos no se pueden domesticar
Por: José de Toledo | Apuntes de Naturaleza – mar, 22 ene 2013
Una pregunta que llevan mucho tiempo haciéndose los biólogos es por qué resulta tan fácil domesticar a un perro, mientras que un lobo permanecerá prácticamente siempre en estado salvaje. A fin de cuentas, se trata de dos subespecies del mismo animal, dos grupos biológicos tan cercanos que es muy difícil diferenciarlos mediante técnicas científicas.
Según un estudio reciente, la respuesta está en el desarrollo que se da en cada animal durante las primeras semanas de vida. En concreto, en lo que se conoce como periodo crítico de socialización, el momento en que los animales establecen relaciones de confianza con miembros de su especie y con otras distintas a la suya.
En ambos casos, la ventana de socialización empieza en el momento en que son capaces de andar. Ahí se sitúa la diferencia. Mientras que en los perros (Canis lupus familiaris) la capacidad de andar se desarrolla en torno a las cuatro semanas, los lobos (Canis lupus lupus) echan a andar dos semanas antes.
A las dos semanas, los cachorros de ambas subespecies son ciegas y sordas. Así que los lobos, durante sus primeras exploraciones del medio, se basan en su sentido del olfato. En cambio, los perros dan sus primeros pasos cuando ya tienen perfectamente funcionales sus sentidos de la vista y el oído.
La razón fundamental de la diferencia entre los dos animales es, precisamente, qué sentidos funcionan durante la socialización. En los primeros momentos de exploración, los cachorros no sienten miedo. Este tipo de respuestas se aprenden más adelante, al cabo de dos o tres semanas. Y resulta necesario que sea así, ya que si se diesen respuestas de miedo y huida durante las primeras exploraciones, los animales no serían capaces de salir del cubil.
Por lo tanto, los perros desarrollan las respuestas de miedo después de haber despertado los sentidos de la vista y el oído. Si durante esta ventana de socialización entran en contacto con humanos, caballos o incluso gatos, ya no desarrollaran ni miedo ni aversión hacia miembros de estas especies.
En contra, los lobos empiezan a oír con la respuesta de miedo ya aprendida. De hecho, los primeros sonidos que perciben suelen provocarles pánico, llegando a dejarles temporalmente inutilizados. Este factor es el que explica por qué su domesticación resulta tan compleja. Al entrar en contacto con los seres humanos, el sonido de sus voces y otros sonidos despierta miedo en los cachorros, por lo que tienden a evitar a la fuente de estos estímulos.
Los responsables de este estudio ya han dado el siguiente paso. El objetivo que tenían en mente a la hora de realizar este trabajo era el de desarrollar nuevas técnicas de cría de lobos que sirvan para repoblar las manadas salvajes actualmente amenazadas. Al poder trabajar con ellos de manera más fácil, esperan aumentar la supervivencia de las crías en cautividad para poder realizar sueltas controladas.

La loba más famosa de Yellowstone muere abatida por cazadores
Por José de Toledo | Apuntes de Naturaleza – mié, 12 dic 2012
Algunos animales se convierten en símbolos para la conservación de la naturaleza. Generalmente se trata de casos llamativos, que ayudan a sacar a la luz algún problema para la protección de una determinada especie. Este es el caso de una loba muy famosa de la manada del Cañón Lamar, en las Montañas Rocosas estadounidenses. En pleno debate sobre la categoría de protección de su especie, ha sido cazada de manera legal fuera de los límites del Parque Nacional de Yellowstone.
Para los investigadores esta loba se conocía como 832F, el código que tenía asignado a su collar de radioseguimiento. Para los conservacionistas y amantes de la naturaleza se llamaba '06, por el año en el que nació. Se trataba de una hembra alfa, jefa de su manada y madre de varios lobeznos, que despertaba mucho cariño entre los naturalistas.
Su caso ha ganado notoriedad por el debate que existe actualmente en torno a la caza de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone y los estados que lo rodean.
En 1973 el lobo gris del norte (Canis lupus irremotus) entró en la lista de especies amenazadas de los Estados Unidos. A partir de ese momento todo lo relacionado con sus poblaciones y protección de su hábitat pasó a depender del gobierno federal. La primera medida que se tomó fue prohibir su caza. En la década de los noventa se realizó un gran esfuerzo para su reintroducción. Se consiguió que la población pasase de unos pocos cientos de animales a los 1.774 que se estima actualmente.
Con el aumento de población llegaron los problemas. Las manadas de lobos comenzaron a realizar ataques al ganado, y son responsables del declive de las poblaciones de Uapitís (Cervus canadiensis), un tipo de ciervo local.
Estos dos factores unidos, el aumento de población y los problemas para las poblaciones locales tanto animales como humanas, llevaron a los estados de Wyoming, Idaho y Montana a pedir que se volviese a permitir la caza de lobos en la zona. El caso llegó al Tribunal Supremo, que dio la razón a los estados y les concedió la gestión de las poblaciones, salvo las de aquellos que se encontrasen dentro del Parque Nacional.
Los tres estados recuperaron las leyes sobre caza de lobos anteriores a 1973. En el caso de Wyoming, donde murió esta loba, se puede cazar cualquier lobo que se encuentre a la vista, en cualquier momento del año.
Algo con lo que no habían contado los gestores es que los animales no suelen respetar los límites que ponemos los seres humanos. Y aunque muchos de los lobos del Parque de Yellowstone permanecen dentro de los límites del espacio protegido, otros tienen parte de su territorio fuera. De los 88 lobos que vivían en Yellowstone a principios de este año ocho han sido abatidos, entre ellos la loba que ha hecho saltar las alarmas.
El debate ahora se centra en cómo regular la caza. Según el Departamento de Pesca y Fauna Salvaje, los encargados hasta 2011 de gestionar la población de lobos, la caza no supone una amenaza para la conservación de la especie. Si se mantiene la regulación y existe cooperación entre las administraciones, los lobos no tienen por qué sufrir ningún problema.
La respuesta de los conservacionistas ha sido clara. Según ellos el problema no es la caza, efectivamente. Es cómo está regulada. No tiene ningún sentido proteger a un animal en Yellowstone y que, en cuanto salga dos metros de los límites pueda ser disparado de manera legal. También critican que pueda ser abatido cualquiera de estos animales solo con ser visto, sin límite ni durante el año ni en la cantidad de ellos que puedan ser cazados. Proponen que se establezcan cuotas de caza, que limite tanto la época del año en la que se puede cazar como el número y características de los animales que se permita abatir.

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