Por: Iván Slocovich, Director
del Diario Correo. 12 de Julio 2016
Una de las “papas calientes” que recibirá el nuevo gobierno será sin
duda el delicado tema de la minería ilegal, esa que opera impunemente desde
hace décadas especialmente en sierra y selva, contaminando el ambiente,
violando derechos elementales, exponiendo a la gente al peligro, promoviendo la
explotación sexual y demostrándonos, una vez más, que contamos con un Estado
que no logra controlar un problema inmenso que está en la punta de su nariz.
Se requiere ante todo un gobierno convencido y con voluntad política
para erradicar esa lacra, tanto con la destrucción de dragas como con el
respectivo apoyo social a la gente que tiene la desdicha de vivir directa o
indirectamente de ese ilegal negocio. Otro factor sería intervenir en toda la
cadena de comercialización del mineral extraído. Sin duda habrá muchas
sorpresas al conocer cuál es el destino final especialmente del oro ilegal.
Un país que se dice civilizado y aspirante al Primer Mundo, según las
dos últimas CADE, no puede seguir exhibiendo inmensas extensiones de Amazonía
arrasadas por la extracción ilegal de minerales, campos y ríos contaminados; y
esos infames “enclaves” y “zonas liberadas” con hoteles y bares de mala muerte
donde se ejerce la prostitución, en muchos casos teniendo a menores de edad
como protagonistas. Una vergüenza.
Ojalá que dentro de poco tengamos al “ambientalista” Marco Arana
promoviendo desde su nueva función de padre de la patria toda acción que
permita barrer con la fuerza del Estado a la minería ilegal, que destruye los
ríos y los campos que tanto dice defender desde los tiempos en que se negaba a
la extracción legal en Cajamarca. Será una forma de demostrar que es
consecuente con su prédica verde, esa que lo ha llevado al privilegio de servir
a su país desde el Congreso.
El nuevo gobierno dará un gran paso si al cabo de sus cinco años de
mandato puede pararse al frente del país para darle cuenta de que cumplió con
su elemental misión de haber barrido con la minería ilegal, con todo lo malo y
hasta denigrante para la condición humana que genera. En esta lucha nadie puede
estar en contra, salvo los interesados y aquellos que miden el daño ambiental,
que es uno solo, con diferentes “estándares” y con doble rasero.
Foto: www.actualidadambiental.pe
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