Por: Patricia Altamirano
El Perú, además de sus
innumerables tesoros ambientales, tiene en las cuencas hidrográficas un
potencial por desarrollar, que ha sido en cierta forma olvidado por sucesivos
gobiernos.
La cuenca hidrográfica es el
territorio que cuenta con un sistema de drenaje natural, y sus aguas dan al mar
a través de un río o a un lago. Para muchos especialistas una planificación
territorial -y por ende el uso de los recursos naturales- podría regularse
teniendo en cuenta las cuencas hidrográficas. Se afirma que a mediano plazo
estas podrían convertirse en una de las unidades de división que delimiten un
territorio, lo cual no suena descabellado, ya que a través de ellas se
produciría una integración social y territorial teniendo como punto medio el
agua.
Precisamente bajo esa
mirada, el Banco Mundial y la Autoridad Nacional del Agua (ANA) ejecutarán el
proyecto Gestión Integrada de Recursos Hídricos del Perú en 10 cuencas, que es
financiado por un préstamo de US$ 40 millones.
El nuevo proyecto prioriza a
24 de un total de 159 cuencas en el Perú por su importancia productiva y
fortalecerá los seis consejos de recursos hídricos de cuenca existentes y se
crearán cuatro nuevos consejos en Urubamba, Pampas, Mantaro y Alto Mayo, todos
ubicados en la región hidrográfica del Atlántico.
La escasez de agua y los
cambios en el clima impactan en las cuencas, particularmente en las de la
vertiente del Pacífico donde, a pesar de su intensa actividad económica y su
alta densidad poblacional, solo cuenta con 1.8 % de los recursos hídricos.
En
el Perú, se tiene además el deterioro de la calidad del agua, insuficiente
tratamiento de las aguas residuales en zonas urbanas e industriales junto con
vertimientos sin restricciones, así como los huaicos e inundaciones que afectan
la seguridad y la salud de los pobladores, el costo de producción de agua
potable, las perspectivas de la agroexportación y la economía en general.
El costo total del programa
asciende a US$ 88.15 millones, de los cuales el Gobierno peruano aportará US$
48.15 millones y el Banco Mundial US$ 40.00 millones. El cierre del proyecto
está previsto para el 2022, pero los beneficios serán por muchos años, sobre
todo si consideramos que las cuencas podrían ser el espacio de gestión
territorial, puesto que el agua es el eje para organizar y vincular a las
diversas comunidades de una determinada área; conlleva a realizar acuerdos para
manejar los recursos naturales de forma sustentable y sobre todo si se integra
al poblador local como ejecutor de sus propias necesidades.
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